
Siempre he tenido una debilidad por la adolescencia, y aún creo que mi más grande éxito fue haber logrado que un montón de alumnos de décimo y once grado sonrieran al leerles la versión de Caperucita Roja que Roald Dahl presenta en Cuentos en versos para niños perversos. De ese encuentro conservo la idea de que a los adolescentes no se les debe tener miedo al compartirles libros para niños o libros para grandes, ellos suelen responder muy bien ante el simple hecho de compartir.
Por supuesto no todo ha sido color de rosa, y en mis años como docente
he tenido que descubrir que no hay libros infalibles. Así, mientras hubo grupos
que disfrutaron enormemente la lectura deSeda de Baricco, hubo
también grandes lectores, que querían matarme por hacerlos escuchar los tres
viajes de Hervé Joncour. Con todo, creo que mi experiencia ha sido, mal que
bien, bien que mal, positiva, y que uno u otro de mis escuchas han
desarrollado, sino un amor obsesivo por la palabra escrita, sí un amor por
algunos libros, y, en algunos casos, han decidido iniciar un camino lector. Así
que eso me gusta creer al menos cuando inicio con un nuevo plan de lectura en
voz alta para quienes, insisto en llamar, mis chicos. Más aún cuando me
recuerdo que estoy robándole tiempo a la clase y que no enseño lenguaje o
literatura sino metodología de la investigación.
Durante mi adolescencia el furor de las editoriales por lo que ahora se
denomina literatura juvenil era más bien frío, así que nos debíamos conformar
con aquello que conseguíamos. Así, los habitantes de mi generación, aquellos
nacidos a finales de los 70’s y principios de los 80´s visitamos de manera
indistinta autores como Julio Verne, Richard Bach, Lobsang Rampa, Isaac Asimov,
Stephen King, J.R.R. Tolkien, Sir Arthur Conan Doyle y Emilio Salgari, entre
tantos otros nombres. Como se puede ver, el escenario era en realidad de lo más
variopinto. Ignoro, la verdad no me ponía a pensar en ello, si existía algo
llamado literatura infantil y/o juvenil. La verdad, como tantos otros, me
dediqué a leer aquello que me cayera en las manos, fuese porque me lo
recomendaba un docente, un adulto o un compañero. Así que tiendo a creer que la
literatura juvenil es un género más bien nuevo que comienza con una serie de
libros protagonizados por un niño de gafas redondas y con una marca de rayo en
su frente. El niño por supuesto era Harry Potter, quien a partir de su
lanzamiento en 1997 H. P. ha hechizado la mente y las almas de millones de
lectores.
Recuérdese, no tengo el recuerdo de que existiese en mi época una
literatura juvenil, al menos en Latinoamerica; a menos que se piense en la obra
de Julio Cortázar o la ciencia ficción, que buscaba con desesperación ser
tenida en cuenta como un género serio. Tampoco existía, que yo recuerde, eso
que hoy se llama promoción de lectura. En el colegio se trataba de hacer
resúmenes y presentar exámenes. Así que lectura era, mal que bien, sinónimo de
tareas. Recuerdo incluso una vez que visité la Biblioteca Centenario – una de
las bibliotecas clásicas dentro de Cali- en busca de libros de Stephen King y
me buscaron la biografía del autor. Sin éxito. Sobra decir que durante años no
volví a poner un pie en esa biblioteca.
Todo esto me lleva a preguntarme, ¿existe en realidad algo llamado
literatura juvenil? Si es así, ¿cuáles son los límites de esa literatura?, ¿de
dónde nace?, ¿Quiénes la consumen?, ¿de verdad existe una literatura que sea
sólo para jóvenes? Si es así, ¿en qué consiste?, ¿hay alguien que la estudié en
serio?
Estas preguntas no carecen de importancia, puesto que día a día el
término y los títulos son cada vez más empleados, en muchos casos para
enaltecer, en otros casos para denigrar. De otro lado también nos obliga a
preguntarnos acerca del rol del promotor de lectura con los jóvenes, más aún
cuando muchos docentes, padres y rectores piensan que los lectores solo se
forman en la niñez, y que el campo juvenil es un terreno árido en donde la
esperanza de lograr cualquier fruto es incierto.
Así que, amigo lector, a lo largo de esta semana, exploraremos juntos
qué es eso de la literatura juvenil y cuál es el papel del promotor de lectura
con los jóvenes.
0 comentarios:
Publicar un comentario